De los Maestros en el mundo de la Esgrima Histórica (I)
Hay que separar dos realidades que se confunden: la primera, la de la tradición como cuerpo de conocimiento vivo sobre el que basar la existencia de grados técnicos; la segunda la necesidad de que esa tradición venga de los tiempos heroicos a cuya época corresponden las tipologías de espadas con las que entrenamos y tiramos.
Si la primera es indispensable, ya que no se puede honestamente adoptar un titulo si no se sabe si lo que se enseña es verdadero – enseñar lo falso es un absurdo -, la segunda es en cambio no solo imposible, sino también prescindible. Lo importante, lo realmente importante es que el profesor sepa lo que enseña con un cierto nivel de profundidad, lo sepa ejecutar en la Práctica con solvencia y por ello lo pueda enseñar. Aquí y ahora, no es necesario que lo haya aprendido de otro, es decir no es necesaria una tradición antigua para ser un maestro, si no la hay se puede crear una nueva, se debe crear una nueva tradición.
Y esto no debería causar confusión y afectar en lo que se refiere a la necesidad de que se certifiquen grados técnicos, siendo el más importante, obviamente el de maestro. Al revés debería ser un acicate para tender hacia ello, con honestidad, al ritmo que se pueda, pero con firmeza.
Negar la importancia de que existan grados técnicos, es decir profesores cualificados que puedan enseñar el arte de la espada, es tirar piedras contra el propio tejado, ya que la seriedad y capacitación en los que enseñan da seriedad y proyección a la actividad algo que no puede conseguirse desde la desorganización que se instala si se niegan los grados. Que no es fácil está claro, que se debería luchar por establecerlo, también.
El problema nace casi siempre en el origen de esta actividad, que crece, al principio, alrededor de los tratados y esto genera más confusión de lo que parece.
Hace tiempo alguien escribió en alguna parte – no recuerdo donde – que no se puede ser maestro de todos los tratados de esgrima histórica, y tenía razón; en realidad ni siquiera de uno solo, y es que un maestro de esgrima histórica no lo puede ser de los tratados, sino del “arte de la espada” es decir su competencia técnica, es práctica. Los tratados son un medio no un fin, el fin es el uso mecánicamente correcto, eficiente y funcional de una o varias armas y pueden ser muchas ya que una espada es una espada y a partir de cierto momento todas son iguales y se aprende con rapidez. Pero no de los tratados ojo, se aprende simplemente practicando con simuladores realistas, y aquí cada uno encuentra su límite, ya que no todo el mundo es igual de hábil. El arte es la expresión de lo que uno puede hacer no de lo que quiere; una habilidad superior, y a la larga una mayor comprensión del arte al que se dedica es lo que distingue a un maestro. Y esto no significa que sea omnisciente, ni que sea el mejor esgrimidor del mundo aunque si debe tener una capacidad técnica avanzada y ser un artista marcial competente si pretende enseñar honestamente.
Porque lo que va a enseñar es su arte. Haciendo esto se expone claro y debe ser así, lo que enseñe y demuestre será juzgado y su éxito o fracaso serán solo cosa suya, no del autor de los libros que lee para aprender y mejorar. Hay que ser valiente y aceptar que lo que enseñamos es nuestro, debe ser verdadero y debemos demostrarlo, es decir saber hacerlo, intelectualizarlo y saber explicarlo.
Esto no obsta para que se estudien los tratados; al contrario es muy necesario y estimulante. Pallavicini a finales del XVII escribió “chi non legge non puo dar legge” es decir “ aquél que no lee, no puede dictar leyes” en referencia a muchos maestros de esgrima ignorantes en su tiempo; pero no se planteaba “reconstruir” a los famosos autores – Capoferro, Fabris Alfieri, Pacheco - que le habían precedido. Ni Ettenhard que se declara pachequista se plantea reconstruir la Práctica de Pacheco sino solo respetar los principios teóricos del método que era lo único que honestamente podía hacer.
Ocurre lo mismo que en la música, la pintura o la danza. Por muchos libros que uno se lea sobre como pintaba Picasso no alcanza uno a pintar como él. Ni leyendo libros sobre como tocar la guitarra eléctrica se alcanza la maestría de Satriani.
La maestría es práctica (y teórica), no tratadística. Nadie reconocería como maestro a alguien que se sabe todas las técnicas de Fiore y Vadi pero que se mueva sin coordinación y lógica en el asalto. Es cuestión de entrenamiento y habilidad no solo de leer mucho.
Al final es lógico y necesario que aquellos que tienen, una habilidad superior desarrollen métodos prácticos que ayuden a los demás a aprender, mejor y más rápido, debe ser así para que esta actividad crezca se desarrolle y sea cada vez más grande y este mejor organizada.
Esto qué es lo ideal, no siempre es posible, ya que no siempre se tienen cerca esgrimidores que hayan alcanzado unos niveles prácticos y teóricos suficientemente elevados y que quieran o puedan enseñar y entonces hay que hacer las cosas lo mejor que se puede; pero no debería caerse en negar, la necesidad de que haya maestros ya que eso significa esencialmente negar el necesario proceso de capacitación y certificación de los que acometen la difícil tarea de desarrollar y enseñar este arte.
La presencia de maestros cualificados, con una buena formación, con un método y un lenguaje preciso, con una práctica consistente, contribuye al desarrollo de nuestra disciplina y la dignifican, elevando su importancia y su consideración social, tanto en el mundo de las artes marciales, como fuera de ellas.
De los maestros en el mundo de la Esgrima Histórica (II)
Una vez establecida la necesidad de superar los viejos y destructivos planteamientos que niegan la existencia de algo tan consustancial a la Esgrima como es la figura del maestro, me parece conveniente tratar cuales son los requisitos que debe cumplir todo aquel que ostenta dicho título o pretende ostentarlo, por un motivo de buena salud de la institución más que otra cosa, porque a los que quieren serlo es necesario exigirles experiencia y conocimientos avanzados, o nos descalificamos nosotros mismos. Estos naturalmente son los que usamos en la AEEA, no son nada originales, y más bien lógicos.
1) Competencia práctica.
Es evidente y cae por su propio peso; debe ser hábil con la espada más que la mayoría sobre todo en este momento. Los maestros de este momento histórico somos desarrolladores y tenemos que asentar tradiciones nuevas; es un desafío apasionante pero demanda maestros con gran habilidad práctica ya que, inevitablemente habrá quien pretenda cuestionarles. Pero si se es diestro con la espada, se tiene una base solida e inalterable sobre la que construir la maestría, porque eso nadie lo podrá negar.
2) Método
Lo que distingue a un maestro, su signo de identidad es su método. Todo método tiene necesariamente, dos partes: una Teoría y una Práctica.
La Teoría es el lenguaje, los términos, los conceptos, que utiliza para analizar, explicar y enseñar la Esgrima; la Práctica la constituyen todos los elementos prácticos que usa para tirar de forma eficiente, y deben ser verdaderos, es decir, funcionar siempre. Para entendernos la Teoría para nosotros, diestros, es el circulo, el diámetro particular, el Angulo Recto o el Atajo, y la Práctica la forma de agarrar la espada según la situación, la forma de tirar la cuchillada, la posición del hombro al hacerlo, la forma de dar el compás, o la angulación de la espada en la estocada. La Teoría ser otra claro, lo importante es que sea coherente y esté bien articulada y que la Práctica que se le asocie sea Verdadera es decir funcione dados ciertos parametros siempre. Ese es el motivo de que siempre insista en que la Práctica debe preceder a la Teoría ya que no se puede ser un teorizador competente si no se es diestro en la Práctica, ya que no se sabe que es Verdad y que no.
Ambas realidades deben formar parte del bagaje del maestro sin que esto pueda excusarse ya que es lo que le define.
El método aunque se base en métodos anteriores, debe ser propio, original. Si alguien dice que es maestro de Pacheco porque se sabe todas las técnicas del libro Grandezas de la Espada está confundido, aunque si puede tener un método propio basado en Pacheco de Narváez.
Obviamente con decir que se tiene no basta; hay que probarlo en todas las facetas de la Esgrima, en el asalto, en la clase y en el debate teórico. Y si en todas estas facetas se prueba que lo que se hace es verdad, si el método es coherente y eficaz, estamos obviamente ante un maestro.
3) Enseñanza
Un maestro debe enseñar ya que a enseñar se aprende enseñando. Cuando se empieza a enseñar, aunque se sea muy hábil con la espada, se sepa lo que es verdadero y que no, normalmente se enseña regular. La Esgrima es simple, pero para ver la simplicidad que hay en ella hay que además de ser competente, tener mucha experiencia docente. Esto es complicado al principio, por eso es necesario, ser hábil ya que como no se podrá explicar con claridad, por lo menos si la habrá al demostrarlo con la espada.
Yo pasé por ahí y hoy en día, he desarrollado una forma de explicar mucho más clara que hace unos años, pero sé que cuando me lío, o mi interlocutor no consigue entenderme, siempre puedo acudir a la demostración con la espada e intentar explicarlo a partir de la acción ejecutada.
No tiene sentido en cualquier caso plantearse una maestría si no se tiene intención de hacer de la enseñanza uno de los aspectos esenciales de nuestra actividad como esgrimidor.
4) Alumnos, diestros y profesores
Un maestro debe tener alumnos, ya que sin alumnos no hay enseñanza ni por lo tanto necesidad de maestría alguna. Si sus alumnos confían en él, porque son conscientes de sus conocimientos y de que aprenden de él, entonces realmente es un profesor y puede ser un maestro. Es evidente que solo dar clase no califica a nadie como maestro, las otros requerimientos son necesarios para obtener dicho reconocimiento. Sin embargo en un momento como el actual en el que aún hay quien cuestiona las maestrías, a aquel profesor que ha formado ya a centenares de alumnos, especialmente si, como es mi caso y de algunos otros profesores amigos míos en España, Europa y EEUU, muchos de ellos son diestros de gran nivel práctico y a su vez profesores extremadamente competentes, resulta imposible cuestionarle.
Por ello esto, este requisito, cuando se cumple consistemente, se constituye en prueba irrefutable y última de la maestría, porque cumple con el fin propio de su rango: el de transmitir su conocimiento, verdadero, a otros para que el Arte sobreviva.
En mi opinión siempre que concurran estos cuatro requisitos en un esgrimidor, si desea ser maestro – que no tiene porque – podrá serlo con todo merecimiento y es importante porque en el momento actual los maestros deben ser juzgados por su trabajo, tanto el técnico como el de desarrollo metodológico y del propio arte.
Es posible que haya personas que les parezca que con tantas exigencias es difícil que haya demasiados, y seguramente esto es cierto, pero es inevitable ya que dadas las reticencias de muchos practicantes y grupos ante el título de maestro, los que lo ostentan deben estar muy cualificados y ser muy competentes o serían inmediatamente descalificados. Una nueva generación de maestros está preparada para aparecer, en España y fuera de ella, es lo lógico y es bueno que sea así, tienen que abrir camino, por eso tienen que saber bien lo que hacen, ser honestos, competentes y tener Arte, porque eso al final es lo que van a enseñar.